Charla grupo febrero 28 de 2013
Cuando yo
vivía en el mundo:
Antes nuestra vida existía el cansancio, la desesperanza,
habíamos probado que el mundo era lo suficientemente duro como para no creer
que algún día podía dejar de estar preocupado.
Las circunstancias del mundo nos preocupaban (el desempleo, la
violencia, el sufrimiento por todo).
Antes se tenía una abundancia de:
1. Economía dura.
2. Unos padres tristes
3. Escases en todos los sentidos.
Se vivía con la regla y la medida del mundo y constantemente
se sentía la prisión de la necesidad.
¿Cómo nos libramos de la maldad y el cansancio del mundo:
Colosenses 1: 12-13: darán gracias al Padre, que los ha
capacitado a ustedes para recibir en la luz la parte de la herencia que él dará
al pueblo santo. 13 Dios nos libró del poder de las tinieblas y nos
llevó al reino de su amado Hijo.
Por Su muerte en la cruz. Él no
solamente murió por nosotros, sino que también nosotros morimos con Él. Estábamos en Él cuando murió, estábamos en Él
cuando fue sepultado y estábamos en Él cuando resucitó como Cabeza de la nueva
creación. Por nuestra muerte, sepultura
y resurrección con Cristo, hemos sido librados.
Estamos en el mundo, pero no somos del mundo. No conocíamos
que era tener a Dios como un papa, no sabía que era sentirme hija, no sabía que podía ser nueva y dejar mis
temores y frustraciones atrás, no sabía que soñar para mi vida.
¿Cómo podrán discernir lo que es del mundo y lo que es de Dios?
Romanos 8:14: Dice el apóstol: «todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios»
1 Corintios 11:3: Pero quiero que entiendan que Cristo es cabeza de cada hombre, y que el esposo es cabeza de su esposa, así como Dios es cabeza de Cristo.
Normalmente, la vida cristiana ha de ser gobernada por Cristo, tal como el cuerpo de un hombre se halla dirigido por su cabeza; cuando se está sano, no se mueven la mano ni el pie, a no ser que lo mande la cabeza. Es precisamente en el mismo sentido que Cristo es la cabeza del cristiano
Ahora nosotros en el mundo:
Juan 17, 15: No te pido que los saques del mundo, sino que los protejas del mal.
Realmente debemos atrevernos a creer las promesas que dejo Jesús para nosotros, para vivir como verdaderos hijos de Dios, protegidos por su amor; la persona miedosa y cansada ya se está muriendo, ve una familia diferente, viviendo diferente, sueña porque antes ni sabía que soñar.
Jesús nos ha dejado en el mundo para que llevemos el Evangelio a los que están necesitando, aun a los que ni siquiera saben que están necesitados, Él no quiere que pensemos como piensa la gente de este mundo, que busquemos las mismas cosas que ellos buscan y que hagamos las mismas cosas que ellos hacen.
Para evitar ser engañados, debemos saber la verdad, debemos tener nuestras mentes renovadas para que veamos las cosas como las ve Dios.
Romanos 12:2: No os conforméis a este siglo; sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Recompensas
1. La comunión con el Padre.
2. La bendición de Dios en nuestra vida.
3. El privilegio de ganar a otros para
Cristo.
Estas son solamente unas pocas de las
recompensas de valor incomparable que reciben los que viven para el Señor.
Existen jóvenes de la biblia que
vivieron diferentes:
Daniel había desarrollado convicciones
en su vida, sabia quien era él y para que había sido creado. “ Y Daniel propuso
en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el
vino que él bebía; pidió, por tanto, al
jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse. Y puso Dios a Daniel
en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos”
Sin pretextos Daniel no abandono su fe,
y Dios lo respaldo en cada momento de su vida, protegiéndolo de manera
sobrenatural y le aseguró una posición en el palacio del rey, y un lugar de
prominencia a través del paso de dos poderes mundiales y cuatro reyes.
Realizado por
Mónica Villegas